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Policiales

Desaparición de Iván Torres: 15 años de incertidumbre

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Iván desapareció entre la noche del 2 y la madrugada del 3 de octubre de 2003. Dos amigos suyos lo vieron por última vez cuando ingresaron a una heladería ubicada en la costanera de Comodoro Rivadavia, para ayudar a desarmar un castillo inflable.
Antes de ingresar a la heladería los chicos vieron el móvil policial de la Seccional Primera con al menos tres agentes en su interior.
El día 4 de octubre, María Millacura concurrió a la seccional primera a denunciar la desaparición de su hijo pero los policías de turno se negaron a recibirla. La madre de Iván retornó los días 6 y 8 de octubre pero tampoco logró radicar la denuncia. No fue hasta el 14 de octubre, después de que la noticia sobre la desaparición del joven tomara estado público, cuando en la seccional primera finalmente aceptaron recibirle la denuncia.
En la denuncia, la madre de Iván manifestó que sospechaba de la policía ya que su hijo sufría frecuentes privaciones de la libertad y, en una oportunidad, le había comentado que policías de la seccional primera lo habían sometido a un simulacro de fusilamiento en el KM 8.
El caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Desde allí se condenó al Estado Argentino. Esa condena incluyó, entre otras cosas, la tipificación del delito de desaparición forzada de personas.
La mamá de Iván montó un campamento en la Seccional Primera, jurisdicción en la cual desapareció su hijo, y allí permaneció un largo tiempo soportando el acoso policial y las versiones que desviaban la atención de la opinión pública, las cuales aseguraban que Iván se había escapado a Chile porque estaba próximo a ser juzgado por un robo, entre otras.
En el camino, por lo menos seis de los testigos, sobre los cuales la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ordenó al Estado argentino su protección, fueron asesinados.
El primero en morir fue David Hayes, a quien asesinaron en el patio de la alcaidía. Este fue quien le envió una carta a la mamá de Torres contándole que mientras él estuvo preso en la Seccional Primera llegó a ver y escuchar cómo le pegaban a Iván los policía que lo detuvieron el 2 de octubre 2003.
El último de los testigos en morir fue su cuñado, Juan Pablo Caba, quien recibió un tiro en proximidades del Cementerio Oeste y falleció semanas después en el Hospital Regional producto de una gangrena hospitalaria.
Mientras tanto, María Millacura sigue buscando a Iván con vida como se lo llevaron. “Una mamá nunca va a esperar a su hijo muerto. Vivo se lo llevaron y vivo lo quiero de vuelta. Quiero que paguen los responsables y los que encubrieron, jueces y fiscales. Mi lucha jamás va a parar; me tienen que traer a mi hijo sí o sí”,
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